El vacío que hacemos (o nos hacen) cuando nos sentimos dolidxs, omitiendo la comunicación, es una estrategia que empeora y perjudica considerablemente la salud afectiva, emocional e íntima de las relaciones. Dejar de hablar a la otra persona es una manifestación más del miedo que te distancia y aleja de aquéllo que te ha herido. ¿Por qué del miedo? Sentirte heridx y el miedo comparten una misma experiencia: encogerte y empequeñecerte.
Esta manera de gestionar tus sentimientos heridos responde a dos posibles mecanismos:
Lleváis tanto tiempo juntos que os conocéis como si os hubiérais parido, así que sabes lo que haría en una situación futura porque es lo que hace “siempre”, o sabes lo que diría porque es lo que no dice “nunca”. Los siempre y nunca los podemos utilizar como medida preventiva o también para reprochar al otro conductas o expectativas no cumplidas (¿te acuerdas de lo que escribía más arriba sobre dejar que el otro adivine lo que necesitas?). Estamos radicalizando la comunicación afectiva a dos extremos: todo o nada, siempre o nunca, cuando probablemente no siempre hace lo mismo o nunca es meter en el mismo saco todas sus palabras.
Otra forma llevar al máximo la comunicación es aseverando con “tendrías” o “deberías” (o “ya sabes de qué hablo”). La exigencia a la que sometes a tu pareja puede jugarte una mala pasada, primero porque tu pareja ni tiene ni debe nada (te cuento un secreto: no está ahí para fomentar tus neurosis), y segundo porque cuanto más aprietes las tuercas más forzarás la comunicación y podrá distanciarse o agitarse agresivamente. Un apunte: el “tendría/debería” también puedes exigírtelo a ti mismx, con el lugar de (auto)presión en el que te colocarías.
Una manera más de forzar la comunicación es cuando te exageras tus emociones o reacciones, como si no tuvieras control sobre ellas. Son como un resorte que, ante el mínimo roce, se disparan y “te hacen” decir o hacer cosas de las que luego puedes arrepentirte. Estas situaciones se dan en personas con poco autocontrol o baja inteligencia emocional, o bien en personas que han tenido experiencias ambivalentes y confusas en su infancia que no las han permitido aprender a autoregularse adecuadamente.
El gran problema de las relaciones es la falta de respeto, pues afecta negativamente al vínculo afectivo derivando en resentimiento (rencor), desconfianza, agresividad activa o pasiva, y distanciamiento emocional y/o físico.
La falta de respeto puede percibirse en diversos ámbitos, ya sean verbales o no verbales (corporales), de menor a mayor intensidad:
Algunas parejas dicen que tras una acalorada discusión echando víboras por la boca y con los ojos saliendo de sus órbitas, se quedan más a gusto y luego están mejor, o tiene un buen sexo (¿has visto la serie de televisión Big little lies?). Si para estar bien o hacer el Amor tenéis que pasar por el maltrato, algo no va bien.
Hay algo primordial en el buentrato: nos mueven los sentimientos cálidos y afectuosos, estamos alimentadxs por la empatía, la comprensión, la compasión y el deseo de favorecer al otro. Mientras que en las manifestaciones del maltrato como es la falta de respeto nos mueven los sentimientos de destrucción, odio, control y dominio. En el interior del maltrato se esconden experiencias traumáticas que se reproducen, modelos (referentes) que se replican de padres a hijxs, características egóicas como el narcisismo, inseguridad y baja autoestima.
Repasando estos cinco problemas que encontramos en la comunicación de las parejas voy a daros cinco claves para poner remedio:
Todo esto son prácticas que podemos llevar a cabo para mejorar la comunicación en la pareja. A veces te cuesta más a ti, otras a él/ella. Lo que parece claro es que podemos necesitar (re)aprender a comunicarnos, como se aprende cualquier arte. Y es que la comunicación en el Amor es un arte. ¿Qué os parece aprender a comunicaros en el Amor a partir de hoy mismo?
Gracias