Los conflictos o diferencias entre las personas están a la orden del día, más aún si tenemos en cuenta la particularidad de cada uno de nosotr@s. Saber responder a los conflictos es un proceso que forma parte de la sociabilización y, entre unos referentes y otros modelos, aprendemos las normas sociales que rigen la buena convivencia. Sin embargo, dependiendo del modelo que hayamos tenido, podemos haber percibido que hay otras formas válidas para resolver conflictos, entre ellas la agresividad.
En líneas generales, se dan tres maneras de reaccionar ante los conflictos: agresión, sumisión y evitación. Y ninguna de esas maneras es orgánicamente una solución en sí misma. Podemos entenderlas como estrategias defensivas para afrontar los conflictos. Voy a exponer brevemente unas ideas sobre cada una.
Agresión
Dependiendo de cómo valoremos al otro (en términos de fuerza o debilidad) y, a la vez, cómo nos autoevaluamos a nosotros (según probabilidad de éxito o fracaso), adoptaremos la opción de agredir en alguna de sus formas: directa o indirectamente, individual o grupalmente, verbal, física o psicológicamente...
Esta respuesta está altamente condicionada por los modelos que hemos observado en edad temprana donde, si percibimos que no se daban consecuencias o que se obtenían los objetivos deseados, se ha podido incorporar fácilmente a los métodos de resolución de un conflicto.
BIOenergéticamente hablando, la agresión supone una carga corporal y emocional, pero no siempre una descarga corporal. Se producirá cuando efectivamente se actúe la descarga a través del cuerpo como puede suceder en el carácter narcisista (psicopático).
Sin embargo, es una manera muy dañina tanto para el receptor como para quien lo expresa.
Sumisión
Es esta una estrategia adoptada cuando percibimos que podemos fracasar en el primer intento (agresión). También está muy condicionada por las relaciones y el trato recibido por los padres en edades muy tempranas de tal manera que, si fueron unos padres manipulativos, invasivos o incluso agresivos, el aprendizaje que se ha interiorizado es de aceptar la voluntad del otro, siendo dócil y sumiso.
La perspectiva BIOenergética nos habla de retención o acumulación interna, con exceso de carga pero difícilmente se produce la descarga. Esta retención, o carga, se experimenta internamente como frustración, impotencia y una profunda rabia. Dependiendo de la vivencia de la persona, se puede volver en contra de sí misma, como sucede en el carácter masoquista.
Esta estrategia es altamente nociva para quién experimenta el conflicto sin tener derecho a expresarse.
Evitación
La última estrategia consiste en bloquear las emociones intensas debido en gran parte a una análisis desfavorable de la situación sumado a una preferencia a encontrar otras relaciones satisfactorias donde sentirse aceptado, valorado y sin conflictos. De tal manera que la persona desvía la atención, inhibe la necesidad de expresar su malestar y vuelca su (poca) energía en un nuevo objetivo.
Esta pauta, si atendemos a la BIOenergética, se corresponde con un patrón más primario, del carácter oral, donde la necesidad de sentirse querido y la propiocepción de su energía interna llevan a la persona a reorientar su enfado hacia una actitud de pasividad y demanda.
Esta es la estrategia menos mala, aunque tampoco sirve para ocuparse de los sentimientos provocados por el conflicto.
Ninguna de estas vías supone una solución real, ni una descarga corporal, ni una integración somatoemocional. Se hace necesaria, pues, encontrar una vía que dé respuesta a estas carencias.
La estrategia definitiva: ocuparte de ti
Parece sencillo, pero decirlo es más fácil que hacerlo. Y esto es porque cuando estamos metidos en una relación somos participantes subjetivos y, al aparecer el conflicto, están mediando:
- nuestras percepciones de la situación (interpretamos la realidad de manera subjetiva, “mi” realidad),
- los recuerdos almacenados sobre vivencias que encajan con lo que está sucediendo ahora,
- las atribuciones que hacemos sobre las intenciones del otro,
- las autoevaluaciones acerca de la activación corporal y de la información que reciben nuestros sentidos,
- lo que nuestra mente cree que los demás esperan de nosotros,
- el grado de importancia que damos a la relación y, también, al motivo de conflicto,
- las inferencias que hacemos sobre la respuesta del otro,
- así como factores ambientales y socio-culturales.
Y todo esto en milisegundos va a resultar en una manera de responder u otra. Así que ¿existe alguna solución?
Quiero tranquilizarte con una muy buena noticia: sí, hay solución. Y pasa por empezar a observarte a ti, conocerte más y entender tu forma de “funcionar”.
El Análisis Bioenergético es una manera profunda de hacer este proceso, ya que atiende a tus mecanismos mentales, emocionales y corporales, integrando unos con otros:
- Darte permiso para expresar lo que sientes es uno de los primeros pasos. Tanto si te resulta fácil mostrar tu agresividad como si no, expresar tu rabia de manera estructurada y segura te ayuda a descargar tu cuerpo, sin hacer daño a nadie.
- Si tu estrategia es la agresión vas a poder canalizar tu rabia hacia un objetivo neutro, no hacia la otra persona implicada.
- En el caso de la sumisión este es tu momento de hacerte oír y de ocupar el espacio que mereces.
- Y si es la evitación vas a responsabilizarte de tus emociones afrontando tu miedo al posible rechazo de los demás.
- Cuando expresamos la rabia desde la conciencia se produce un necesario y hermoso efecto: entramos en contacto con los sentimientos heridos, el dolor profundo y el deseo de sanar desde el amor. Puede parecer muy “new age” pero te garantizo que debajo de las capas de la rabia se hallan las heridas no resueltas.
- En la estrategia de agresión va a ser una bendición el que, por fin, puedas acercarte a tu vulnerabilidad, pues sólo así vas a poder experimentar la compasión hacia el otro y hacia ti mismo.
- Si tu vía era la sumisión descubrirás lo vital que es para ti ocupar tu sitio, mostrar tu identidad y alimentar tu voluntad.
- Y en la evitación podrás volver a relaciones que sean importantes para ti valorando tu necesidad afecto y tu capacidad de amar ilimitadamente.
Finalizo este vídeo-artículo haciendo hincapié en el valor que tiene este proceso de atención y autocuidado hacia uno mismo, pues mientras que estemos en otras ideas, seguiremos teniendo relaciones conflictivas donde se manifiestan las heridas tempranas que no pudimos resolver y transmitiéndolas a las siguientes generaciones.
Si somos capaces de atendernos, mirar hacia dentro, buscar las respuestas en nuestra historia y nuestro cuerpo, seremos realmente dueñ@s de lo que vivimos en nuestro interior, tendremos estrategias aptas y saludables para afrontar los conflictos y, con la práctica, podremos responder adecuadamente ante cada nueva situación.