Bloqueo masculino 2: Aislamiento

Hombres

Seguimos con el segundo bloqueo más extendido que experimentamos los hombres: el aislamiento o soledad emocional. (¿Has leído el primer bloqueo?)

“Siempre lo he hecho todo solo, no necesito a nadie [...] Esto me ha creado un carácter agrio, que no gusta a la gente.”

Paralelamente a la incomunicación suele darse el distanciarse de los demás, ir por libre. A veces es algo que se ve claramente, un hombre que va a su rollo. Otras veces no es tan explícito y el aislamiento se produce internamente: puedo estar rodeado de mucha gente, pero por dentro me siento solo.

Que un hombre se aisle nos habla de su dificultad para compartirse, ya no en la sociedad, si no en la realidad. El ser “ermitaño”, separando el término de lo religioso, implica una necesidad de no relacionarse, bien porque ha tenido serios problemas en el pasado, o porque no quiere saber nada del mundo, o porque es la única manera de vivir en paz.

Sentirse solo pese a estar al lado de alguien o un grupo de gente tiene que ver con un profundo sentimiento de incomprensión, “no encajo aquí y no me van a entender”, de ahí el cascarón que se crea para separar un núcleo muy vulnerable de un entorno percibido como extraño y hostil. Hombres en relaciones que viven desde este aislamiento producen indefensión, frustración y, a la larga, crisis y rupturas.

Separarnos de los demás es la única manera que hallamos para proteger nuestra vulnerabilidad.
CREENCIA: “Si me aparto podré controlar lo que sucede.”

 

Las creencias asociadas a la soledad emocional son parte básica del retiro presencial El Hombre Salvaje.

Continúa con el Bloqueo masculino 3: Desenergetización

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