Desde hace ya un tiempo siento una extraña soledad. En mi entorno diario me rodeo de gente, de compañer@s de trabajo, de familiares, de mi pareja... pero hay un aspecto que cada vez toma más presencia en mi vida y en la de miles de personas: las relaciones dentro del mundo virtual que resulta ser la red de redes, Internet.
«Las redes sociales nos acercan a los demás desde la soledad de nuestro ordenador.»
Internet es un medio complejo a la hora de hablar de las relaciones humanas, especialmente por el anonimato que ofrece. Sin embargo, las crecientes redes sociales abren las puertas a contactos más cercanos, personales y auténticos. Lo que queda patente cada cierto tiempo es que ni Internet ni las redes sociales son una fuente plenamente fiables a la hora de relacionarse con otras (hipotéticas) personas, especialmente si tenemos presente las noticias que surgen habitualmente acerca de la suplantación de identidad o el uso ilegal que se dá a Internet, por mencionar dos claros ejemplos.
Entonces, ¿dónde rádica el tremendo éxito de un mundo virtual que respira y vive de forma paralela a nuestra realidad cotidiana? ¿Es Internet un universo paralelo, una realidad alternativa, o simplemente la mayor pantomima de nuestras vidas? Es obvio que en un nivel de conciencia bajo, Internet supone una gran herramienta para trabajar, mantenerse informado, obtener servicios o disfrutar durante unas horas. Si ahondamos en dicho nivel de conciencia, ¿es posible encontrar impulsos basados en la desconfianza, la pereza o la falsedad? Dicho de otro modo, podríamos estar usando Internet de forma inconsciente como una enorme barrera / escudo para protegernos de los demás, evitar el contacto directo con ell@s y aparentar lo que nos gustaría ser.
Lo que en un principio puede parecer un planteamiento grotesco e incluso ofensivo se torna posible observando las diferentes patologías que ya se están dando en personas con un uso abusivo de Internet. Parejas que son infieles con computadoras anónimas, empresas que se ven obligadas a vetar el acceso a sus empleados, adolescentes obsesionados con comunidades virtuales... Desde que Internet se implanta en miles de hogares a finales de los 90 hasta nuestros días, cada vez son más las personas que sufren algún síntoma o patología relacionado directa o indirectamente con el uso de Internet.
Desde hace ya un tiempo siento una virtual soledad. Ya ha llegado el día en el que la red se ha convertido en parte de nuestras vidas, conscientes e inconscientes. Internet se puede emplear de forma responsable para acercanos a otros Seres o bien para utilizarlo desde el Miedo, para separarnos, ocultarnos, protegernos de ellos. Si observamos este planteamiento desde un nivel de conciencia desarrollado, veremos que Internet ofrece múltiples oportunidades para abrirnos al mundo, expresarnos y aportar nuestra Luz, que se reflejará del mundo virtual al mundo físico. No se trata de ofrecer todos nuestros datos personales, ni de fingir ser quien no somos. Se trata de encontrar nuestro espacio en la red si así lo deseamos, un espacio honesto, fiel a nuestra persona, entregado a compartir nuestra Luz en cualquiera de los ámbitos que realmente nos afectan, los que realmente nos duelen, los que nos hacen ser humanos, ámbitos que, al implicarnos en ellos, nos acercan a nuestra esencia: derechos humanos, hambre, medio ambiente, pobreza, derechos de minorias, defensa de los animales, personas con adicciones, enfermedades mentales,... y cientos y cientos de ámbitos en los cuales podemos implicarnos desde Internet, desde nuestro espacio virtual.
Internet coexiste con nosotros y se nutre de nuestras aportaciones. De nosotros depende el para qué lo usamos y en qué lo convertimos. ¿Realmente queremos escondernos detrás de nuestra pantalla o estamos esperando la oportunidad perfecta para ofrecer lo mejor de nosotros mism@s?