Sexualidad, monotonía y pasión

Desarrollo personal

El sexo en la pareja es un punto clave para determinar la “salud” de la relación, pues forma parte de los pilares que dan soporte a las parejas: comunicación, conexión e intimidad. Sin embargo, no siempre es así, y la sexualidad en las parejas puede verse alterada o deteriorada por diversos factores, donde se instala la monotonía, el aburrimiento, el desinterés o el distanciamiento, olvidando la chispa, la pasión y la intimidad. Veamos qué sucede con el sexo en las relaciones, porqué aparece la monotonía y cómo recuperar la pasión.

Al principio todo era ilusión, excitación y sexo. Seguramente teníais buenos encuentros sexuales, o te parecía que así era porque estabas enamoradx. Os dabáis juego, morbo y placer, o quizás no estabas segurx de atender a todas tus necesidades por lo que podría pensar de ti. A todo esto lo llamamos pasión, y sí, habría pasión pero ¿cuánta de esta pasión era más un deseo de que la relación siguiera adelante, o que te viera más atractivx, o que pensara que eres unx fiera en la cama? A menudo, la pasión inicial es fruto del encuentro de dos personas que se atraen, donde el enamoramiento actúa resaltando lo positivo de la persona y minimizando lo negativo, y donde cada unx da lo mejor de sí mismo demostrando sus dotes de amante como estrategia para asentar la relación.

Sexualidad y sexo

Muchas parejas practican sexo, se da por sentado que debe ser así. Algunas otras no lo practican, por diversos motivos. En otras relaciones, lo practica unx de lxs dos fuera de la pareja, también por diversos motivos. Pero ¿es lo mismo sexo que sexualidad?

La sexualidad es una cualidad innata en cada unx de nosotrxs que nos define como seres biológicamente sexuales, desde que nacemos hasta que morimos, determinados por un género al nacer (que puede cambiar en función de la identidad de género) y que forma parte de nuestro desarrollo personal evolutivo a través de las experiencias, aprendizajes, imágenes, deseos y fantasías. En otras palabras, la sexualidad es personal, individual e intransferible.

El sexo se refiere a (además del género macho o hembra) a la expresión de dicha sexualidad, de manera individual o compartida. Es decir, el sexo es la manifestación de la sexualidad.

Por tanto, tenemos una sexualidad aunque no siempre practiquemos sexo. La sexualidad es una característica inherente a cada unx y, por tanto, cada persona decide cómo vivirla y qué hacer con ella. Y el sexo se puede practicar solx o con alguien. Con estas pistas nos detendremos para entender mejor qué ocurre en las relaciones de pareja.

La elección de la propia sexualidad

Me parece oportuna esta propuesta de la sexualidad, pues desde la cultura, la historia y lo mediático se ha ofrecido una versión romántica, monogámica, heterosexual y duradera de la sexualidad, cuando los hechos hablan por sí mismos y estos adjetivos pierden peso en la gran mayoría de las relaciones, ya que finalmente cada individuo hace una elección, consciente o inconscientemente.

Al juntarnos en una relación con otra persona se ponen en juego la historia, las experiencias, las creencias y las necesidades de ambas personas. Y en cuanto a la sexualidad ocurre lo mismo, es decir, cohabitan dos sexualidades. Así que ponerse de acuerdo en la forma, el grado, la intensidad y la frecuencia de la manifestación de ambas sexualidades puede ser complejo. A ti puede interesarte la penetración, a tu pareja solo los mimos. A ti te gusta por el día, a tu pareja de noche. A ti te va el morbo de que os pillen, a tu pareja le gusta con velitas y aromas en la cama. A ti te apetece cada día, a tu pareja cada año... ¿Cuántas posibilidades hay de que ambas sexualidades coincidan?

Mereces experimentar tu sexualidad como tú decidas.

Realmente cada unx estamos eligiendo cómo queremos vivir (expresar) nuestra sexualidad y, a veces, nuestrx pareja no acaba de encajar, y viceversa. ¿Significa esto que debemos dejar de lado nuestra sexualidad y adaptarnos (resignarnos) a lo que nuestra pareja nos ofrece? Creo que cada unx debe hacerse cargo de su sexualidad para continuar explorándola en su totalidad, aunque esto a veces signifique realizar algunos cambios en los planteamientos iniciales.

La llegada de la monotonía

Es en el ámbito de la sexualidad, de lo íntimo, de la pasión, donde se pueden entrever las facilidades o las dificultades que vive una pareja. Y, a menudo, son más las dificultades las que se manifestan, dentro y fuera de la sexualidad.

La monotonía es una de las grandes dificultades que ocurre en la pareja. Ya sea por la rutina, por las diferentes necesidades, por el juego de poder o por el desamor, la monotonía se muda a muchas relaciones y llega para quedarse si no hacemos nada con ella. Veamos cada dificultad detenidamente...

Rutina

Habéis tenido sexo en varias ocasiones. Sin embargo, no ha sido un sexo de película, más bien aburrido. O siempre acabáis haciendo lo mismo, el misionero en el sofá. El estrés, no tener tiempo, el día a día ya prefijado influye en cómo vivimos la sexualidad. Y al final se convierte en un “sota, caballo, rey”, siempre lo mismo, sin sorpresas, ni pasión, ni conexión.

La monotonía aparece porque vuestro sexo es limitado y pobre, repetitivo y poco dado a improvisar y jugar. Posiblemente tu sexualidad te pide otra cosa anhelando que alguien te rescate del tedio, y puede que señales a tu chicx como causante de este (aburrido) sexo pero ¿qué pones de tu parte para que sea así? ¿en qué te acomodas para no cambiar nada...?

La rutina puede estar asociada a otros ámbitos de vuestra relación además del sexual.

Diferentes necesidades

Que dos personas se complementen sexualmente es un regalazo, aunque a menudo no es así, y cada unx tiene necesidades diferentes. Yo suelo referirme a “energías”, las hay más bajas y otras más altas, tu chico quiere más sexo y tu estás a gusto así con poquito. Cada persona tiene una necesidad (energía) propia que influye en la frecuencia, la intensidad, la manera y la ejecución del juego sexual. Algunas personas no necesitan la penetración, otras personas sólo quieren ser estimuladxs y no hacer nada más, hay quien quiere un polvete para desfogar en el baño y está la otra persona que disfruta con largas sesiones de erotismo, sensualidad e intimidad en una playa paradisíaca.

El problema ocurre cuando unx quiere que la otra persona se adapte a sus necesidades, que cambie su manera de vivir la sexualidad. Aquí aparece a menudo la exigencia, el chantaje, los reproches... sencillamente porque no obtienes lo que quieres y como lo quieres. Pero demandarlo o echarlo en cara no va servir de mucho, sólo os distanciará con resentimiento por un lado y culpa por el otro. Y este punto tiene mucho que ver con el siguiente...

No aprender a compartir las necesidades de cada unx genera una frustración que conduce a una serie de costumbres y hábitos monotónicos, «ya no pido porque sé que no me lo va a dar» o «si hago esto otra vez espero que me deje tranquilx un tiempo».

Poder

La sexualidad no vive separada de otros ámbitos del individuo, convive con todo: lo personal, lo laboral, lo familiar, lo social, y claro, lo relacional. Y todo lo que ocurre en la sexualidad tiene un reflejo en lo relacional, y viceversa. Así pues, si en la pareja hay un conflicto por una cena que no pagaste o por algo que dijo tu pareja que disgustó, puede que la sexualidad entre vosotrxs se vea afectada.

Una manera muy habitual de “castigar” al otrx es con el uso del poder. En las relaciones hay dos poderes básicos que manipulan al otrx: el dinero y el sexo. «Si no me das lo que quiero te amenazo con el dinero» y «si me exiges y me presionas más de la cuenta (quieres que me adapte a tus necesidades) te castigaré sin lo que más quieres: dejándote sin sexo». Por tanto, unx de lxs dos toma posesión de este poder y acaba provocando una situación de monotonía acusada además por el resentimiento.

Desamor

Llegamos a la monotonía por excelencia: cuando ya no sientes lo mismo que antes pero no te atreves a tomar una decisión y acabas en la cama, repitiendo lo de siempre e, incluso, fingiendo. Cuando pasamos tiempo en pareja la pasión puede devenir en aburrimiento, y la excitación inicial en desagrado y hasta rechazo. De manera que no hay interés por tu parte pero no acabas de decidirte, no tomas las riendas, ni dices como te sientes, ni expresas lo que te gustaría... pero el otrx no sabe nada de esto, y para no hacerle daño, sigues como si nada. Lo que no te das cuenta es que a quien traicionas es a ti mismx.

El resentimiento es muy destructivo y puede dejar un gran impacto en las relaciones si no se expresa adecuadamente.

En el desamor te abandonas, te inutilizas, te estancas... no en la relación con el otrx, si no contigo. Es el desamor el mayor reflejo de lo que ocurre en tu interior, y es con el desamor con lo que puedes conocerte y crecer más como Ser y como parte de la relación. Si has dejado de sentir lo que sentías es porque quizá no te diste cuenta de quién era el otrx en su momento, pues estabas por el otrx y no por ti. Por tanto dejaste de ser consciente de ti, de tus necesidades, de tus prioridades y de tu manera de vivir tu sexualidad. ¿Recuerdas lo que decía antes sobre las diferencias entre sexo y sexualidad?

Sé que puede parecer extraño esto, pero vamos a ver en qué se traduce, en el siguiente punto.

Volver a la pasión

Si el desamor no ha aparecido implacable en ti, posiblemente quieras dar una nueva oportunidad a tu relación. Cuando has llegado a este punto significa que deseas/deseáis mejorar y atender tu/vuestra sexualidad. Un obstáculo que puede aparecer al principio es el de las diferentes necesidades o “energías”: tú quieres algo más y tu pareja no o viceversa. Tengamos en cuenta el párrafo anterior de las diferencias entre sexo y sexualidad: recuerda que el sexo es la manifestación de la sexualidad.

Para que la pasión vuelva a vosotrxs ambxs debéis quererlo, incluso aunque existan diferentes energías. Por que es en el encuentro íntimo donde se expresa vuestra sexualidad pero para llegar a dicho encuentro debeís haber dado los pasos previos. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que para llegar a la pasión en la pareja se tienen que dar pasos que faciliten este camino:

  1. Resolver cualquier resentimiento: si es leve puedes hablarlo directamente con tu pareja para intentar poner soluciones (os recomiendo leer el artículo sobre comunicación en pareja). Si es algo más intenso, plantéate primero acudir a un profesional de la terapia para poner orden a tus sentimientos y pensamientos antes de hablar con tu pareja, serás más estable y equilibradx a la hora de expresarte.
  2. Observa si ejerces algún poder (dinero o sexo): junto al resentimiento (si lo hubiera) puedes darte cuenta de cómo has tomado poder a través del sexo, imponiendo o retirándolo a tu pareja, como un castigo. De ser así es importante encontrar un equilibrio, practicando la escucha activa y la asertividad con tu pareja, expresándole lo que piensas y sientes y escuchando lo que te dice.

La pasión nace desde ti: conócete, explora tu sexualidad, y da el paso a compartirla con tu pareja.

Ten presente que lo que sucede en otros ámbitos de tu vida repercuten directamente en tu vída íntima, así que es recomendable saber separar un tema de otro.

Paso a paso

Para volver a la pasión en la pareja lo primero es saber qué quieres tú, cómo, dónde... ¿Te has dedicado tiempo a explorar tu cuerpo por ti mismx para saber cómo te gusta experimentar tu sexualidad? Puede ser una exploración global o genital, o ambas, que te va a proporcionar tu mapa de zonas erógenas. Date la oportunidad de explorar en diferentes lugares o ambientes, jugando con tus apetitos, descubriendo lo que te pone... Sólo así podrás hacerte responsable de tu sexualidad y tus necesidades (o energía).

Una vez hecho esto es momento de ponerlo en común. Si estáis haciendo un avance en pararelo será más fácil, si es algo que haces por tu cuenta será necesario poder entablar una charla con tu pareja exponiendo tus inquietudes y necesidades. Recuerda que la comunicación es esencial para la buena marcha de una relación.

También revisa qué pides y necesitas en la relación: más o menos contacto, intensidad, duración, improvisación, intimidad, juegos, posturas, frecuencia... Puede ser que quieras menos intensidad pero más caricias en el juego erótico, o que sea intenso en lugares insospechados, o sencillamente que os miréis a los ojos mientras os sentís.

Cuando ya estéis juntxs recordad estos puntos:

  • Comunicar cualquier deseo que surja así como lo que no os gusta. Poner límites claros va a daros mayor libertad a la hora de compartir vuestra sexualidad. Puede ser con «Prefiero que me toques así» o «Necesito no hacer esto ahora». Mientras hables de ti, nada malo pasará. Se trata de atenderte y cuidarte utilizando tu mapa de zonas erógenas que ya has explorado previamente.
  • Si quieres algo concreto no esperes a que lo adivine. Da el paso hacia lo que quieres responsabilizándote de ti. Deja a un lado el “qué dirán”, es bueno que dejes salir tu lado más salvaje o atrevido para disfrutar ampliamente de ti y tu pareja.
  • Si no te gusta algo evita acusar o reprochar. Ante un gesto de tu pareja puedes reaccionar con asombro o juicio pero evita expresarlo como una acusación o, peor aún, reprochándolo. Ten presente que tu pareja está manifestando su sexualidad como le apetece y cualquie acusación será vivida con dolor y necesidad de protección (además de retirada o ataque). Acude a ti y expresa desde ti «Me gustaría cambiar a otra práctica» o «Esto que sucede es difícil para mí ahora».
  • Acordad los juegos y prácticas novedosas. Sí, claro que necesitáis improvisar, pero primero habrá que saber cómo os gusta más. Para ello podéis preparar una serie de prácticas a explorar conjuntamente, con curiosidad, comunicación y tranquilidad. Como si estuviérais en una academia haciendo prácticas. Puede ser un juego de sumisión/dominación, o un masaje integral, o utilizar juguetes sexuales entre vosotrxs.

Ingredientes para la pasión: comunica, escucha, sé consciente de ti, entrégate.

La fórmula para recuperar la pasión es sencilla: consciencia de tu sexualidad + comunicación asertiva + límites + amor. Una manera de empezar es retomar espacios y tiempos para vosotrxs sin ninguna meta concreta (¡dejad ya los orgasmos de una vez!) por el simple hecho de compartir. Una sesión de caricias o una estimulación global frente a frente (no sólo genital) pueden ser algunas alternativas.

El lienzo está en blanco y vosotrxs podéis pintarlo conjuntamente como queráis, de vosotrxs depende cómo compartís vuestras sexualidades.

Entra a mi Blog

Gracias