Necesitan ser tratados como seres humanos.
Uno de los aspectos que más me han emocionado de esta historia es la perseverancia y lucha persona de Nise, que no se deja pisotear fácilmente por sus colegas de hospital, negacionistas de su método.
Nise cree firmemente en que estos pacientes (esquizofrénicos, psicóticos) requieren de libertad, escucha, atención y trato humano. Es decir, que pasen de ser “pacientes” a ser “clientes”, como ella misma menciona.
No son golpeados si gritan, no son drogados para adormecerles, no son encerrados como criminales. Al contrario, son estimulados, respetados y liberados dentro de un espacio abierto a la expresión. Quizá la expresión más sutil y poderosa de este modelo terapéutico es dar la posibilidad de que los "clientes" se vistan como personas de la calle, en lugar de usar el pijama de interno.
A partir de ahora no son “pacientes”, nos referiremos a ellos como “clientes”.
El segundo aspecto que destaco es la visión puramente humanista de esta psiquiatra, con el cual el trato de sus pacientes pasa por ser un trato atendiendo a las necesidades de la persona (si necesita moverse, o sentarse, o no quiere hacer nada es facilitado).
El paciente no es ya un objeto, si no un sujeto dotado de necesidades y también de capacidades, que se reflejan en diversas habilidades para la pintura o la escultura sin tener nociones previas (exceptuando al joven Raphael Domingues).
Nise, con la colaboración del propio Jung, interpretó las obras de sus pacientes (mandalas en su mayoría) como representaciones del inconsciente que favorecían la vinculación con la realidad.
Escucha, observa ¡...y cállate esa boca!
Un tercer aspecto que llama mi atención es la capacidad de observación de Nise, que fomenta entre su equipo de enfermeros, acostumbrados a métodos de represión y castigo, mientras que ella aboga por una metodología observacional libre de juicios y aceptando que el paciente, la persona, se exprese como necesite realmente.
Parecería que en un centro psiquiátrico esto podría invitar a la anarquía, pero si algo refleja esta historia es necesidad de afrontar el tratamiento de estas personas desde un profundo respeto y no desde un desconectado temor.
Así, las órdenes que los médicos pudieran dar quedan obsoletas, ya que ni escuchan ni observan, solo hablan desde un temor a dichas personas. Nise callaba las bocas de aquéllos que temían a sus clientes.
Mi instrumento es el pincel, el tuyo es el picahielo.
El cuarto aspecto que resalto es la confianza que Nise deposita en una herramienta tan poderosa como es la pintura. Es sabido el poder terapéutico de la pintura, muestra de ello es la desarrollada arte terapia de la que disponemos actualmmente.
Los colores, las formas, la composición, la forma de usarlos... todo ello nos cuenta algo más de lo que simplemente vemos: el inconsciente se comunica con nosotros a través de lo plasmado en el lienzo. Ella utilizaba música clásica para acompañar a sus clientes que, si podemos comprender que son libres del “control”, depositaban directamente su inconsciente en cada obra, sin filtros ni condicionantes.
En una persona no psicótica el “control” puede hacerse más presente y dificultar esta vehiculización del inconsciente a través del arte. Sin embargo, contamos con estrategias para dejar el “control” a un lado como la bioenergética o contar sumando.
Mira cómo se divierten... ¿quieres ir con ellos?
Finalmente, esta mujer demuestra su inagotable energía al alentar y apoyar a cada cliente para que se convierta en personas más vinculadas, más sosegadas y más reguladas. En cierto modo es una “dadora” que confía en la esencia humana que cada uno llevamos dentro.
Me resulta una figura inspiradora para mi trabajo, pues ¿acaso no se basa la terapia en el respeto, no juicio, la observación, el trato humano, la vinculación o el apoyo?
Creo que esta es una película, una historia, que debemos conocer y de la cual nutrirnos, terapeutas y colegas, para seguir confiando en nosotros mismos y en nuestra labor, pues la “locura” de estas personas de este centro psiquiátrico bien podría ser la locura de nuestro tiempo, marcada por una sociedad del aislamiento y la soledad, del individualismo, de los prejuicios y las etiquetas. Ahora que abundan los héroes de cartón piedra, Nise da Silveira se erige como una auténtica heroína a la cual seguir.
Nise da Silveira
Gracias