Organismo y percepción

BIOenergética

Los procesos del organismo están dominados por la interpretación o filtro que se hace de la experiencia (percepción), además de dicha experiencia. Así el organismo está sujeto a los pensamientos y los sentimientos que se derivan de la percepción de la experiencia. No sólo es receptor si no que es modulado por está interpretación.
Que alguien te mire de una forma concreta no es sólo vivido así tal cual en tu organismo, si no que la interpretación que haces tú de esa mirada genera la modificación de esa experiencia en tu cuerpo, tus tejidos, tu sistema y tu química. Si interpretas que es una mirada amable tu organismo se sentirá relajado, ligero e incluso reconfortado. Si la mirada es percibida como incómoda tu organismo se sentirá tenso, pesado y probablemente contraído.

Tan importante es el organismo como la percepción, interpretación y filtro, alojados en la mente, para comprender cómo sentimos, procesamos y, finalmente, respondemos. Sería un estado de no-juicio absoluto el que nos daría una vivencia sin filtros e interpretaciones sin las que el organismo viviría y sentiría una calma y confianza absoluta. Y esto sabemos que está al alcance de muy pocxs con una gran disciplina y control sobre sus mentes e impulsos.

Me parece muy interesante el hecho de que la respuesta esté tan condicionada no ya a la experiencia que vivimos si no a cómo la percibimos. Son precisamente estas respuestas las que muchas veces derivan en sentimientos encontrados acerca de la propia actuación y que estén afectadas por la propia percepción las convierte en objeto de profundo estudio dentro de la consulta, el espacio terapéutico y, en general, de la propia consciencia humana.
¿Cuántas veces nos hemos arrepentido por dar una respuesta específica ante un hecho que interpretamos de una forma y, finalmente, resultó ser de otra? ¿Cuántas veces has caído en reaccionar con enojo ante tu pareja porque pensabas que estaba hablando en serio cuando realmente te gastaba una broma? Tu gesto facial, tus hombros y tu espalda reaccionando agresivamente para aplacar sus palabras, cuando tan sólo estaba de humor contigo.

Más interesante aún me parece la habituación a un acontecimiento dado con su respectivo aprendizaje y percepción, y cómo en el tiempo se corresponde con una indefensión difícil de traspasar.
Me explico con un supuesto: en tu infancia tuviste un progenitor que te educó severamente. Tu organismo recibió el impacto de dicha experiencia y tu mente aprendió a interpretar la situación como difícil (“el mundo es hostil”). Inicialmente tu respuesta pudo ser de rebeldía para defenderte (“puedo cambiar algo”), pero rápidamente aprendiste que era peor así por las consencuencias (“sin intento cambiar algo el castigo es mayor que si no hago nada”). El impulso inicial va desapareciendo dando lugar a una respuesta de sumisión (“el mundo es hostil y no puedo hacer nada”). El organismo se modula por la percepción, pasando de la energetización para defenderse a la ausencia de ella para aplacar la rabia.
Con el tiempo, la experiencia pudo repetirse y la percepción de la misma afianzarse, provocando que te habitúes a ése trato por parte de tu progenitor y que te rodees de relaciones donde la exigencia y la dureza son frecuentes, con amistades que te ponen a prueba ferozmente (“si el mundo fue hostil antes, ahora también debe serlo”). Tu organismo está especializado en esa experiencia, tu mente la interpreta de nuevo como hostil, te has habituado a que los demás te exigan y que tu respuesta sea de sumisión.
El problema radica cuando te encuentras con una experiencia donde no exista exigencia ni dureza ni hostilidad, como esa persona que te habla con amabilidad. Pese a que la situación es diferente la percepción se encarga de filtrarla para quedarse con los indicios de que sí es hostil para desechar todo lo demás que indiqe que no lo es (“si el mundo es hostil y siempre lo ha sido ahora no va a ser diferente y lo que pasa también es hostil”).

De esta manera vemos cómo la percepción domina al organismo, señalando que, aunque las condiciones cambien, la forma de interpretar predomina en base a los aprendizajes de las experiencias previas. Generar nuevas percepciones que contradigan a las ya instaladas puede ser complicado aunque no imposible. La mente está ya comprometida con la percepción inicial y va a necesitar mantenerla intacta ya que ha sido la que ha ‘facilitado’ la subsistencia del organismo. ¿Entonces no hay posibilidad de modificar las percepciones ya dadas? Sí es posible, y el organismo tiene mucho que ver en ello.

He comentado cómo el organismo es modulado por la percepción. Sin embargo hay una posibilidad de revertir el proceso: que la percepción sea modulada por el organismo. A través del proceso bioenergético vamos a encontrar que es posible desarrollar nuevos patrones de interpretación y, por tanto, de percepción de la experiencia gracias a la intervención a través del organismo. Es en esta suma de tejidos, membranas, células y estructuras físicas donde hemos registrado la experiencia inicial, que fue acompañada al momento por la percepción. Por tanto, si dotamos al organismo de nuevas experiencias distintas con las cuales pueda recoger toda la información que llega a estos tejidos, membranas, células y estructuras, el sistema se ve forzado a contradecir a la percepción ya instalada.

Es en el organismo donde encontramos la ‘condena’ inicial a vivir las experiencias de una determinada forma (aunque estas variasen) así como la solución a la reconstrucción y redefinición del sistema de percepciones que poseemos. La información recibida en el organismo puede ser percibida como nuevas interpretaciones de la experiencia, creando esta nueva percepción en la mente.
Un contacto físico que antes era vivido como hostil por la antigua percepción ahora es vivido como reconfortante por la construccion de una nueva percepción. Puede suceder, de hecho así es, que la percepción inicial ya instalada combata con la nueva. Bioenergéticamente hablando el organismo se está reconfigurando para sostener ése contacto pese a que la percepción diga que es amenazante. Durante un periodo la desconfianza surgirá para dejar paso a la aceptación y confianza de que no lo es.

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